Hoy celebramos a San Alonso Rodríguez, padre de familia, jesuita y portero
Cada 30 de octubre la Iglesia Católica celebra a San Alonso Rodríguez, un padre de familia que perdió a todos sus parientes, se hizo jesuita y se santificó siendo portero.
San Alonso Rodríguez nació en España en 1533 en una familia de comerciantes. Siendo joven se casó con María Suárez. Más adelante los negocios empezaron a ir mal y en este contexto murieron su hijita, su esposa, después de dar a luz un niño, y luego su mamá.
El Santo vendió su negocio y se mudó con su hijito a la casa de sus dos hermanas, solteras y muy piadosas, quienes le enseñaron a meditar. Tuvo una visión de la felicidad del cielo y empezó a frecuentar más los sacramentos.
Años después murió su hijo y San Alonso encontró consuelo en Dios. Luego pidió ser admitido a los Jesuitas, pero los religiosos intentaron disuadirle por tener casi cuarenta años, por su delicado estado de salud y por no contar con estudios acorde con el sacerdocio. Sin embargo, mantuvo su esperanza recordando a San Ignacio de Loyola, que también entró tarde a la vida religiosa.
El provincial de los jesuitas lo aceptó como hermano lego y, después de terminar el noviciado, fue enviado al colegio de Monte Sión en Palma de Mallorca, donde lo nombraron portero.
Uno de sus “discípulos” fue San Pedro Claver, que estudiaba en el colegio. San Alonso lo entusiasmó y alentó para trabajar en América. Más adelante los dos serían canonizados juntos en 1888.
En ocasiones le preguntaron a San Alonso el por qué no era más duro y áspero con ciertos tipos inoportunos y él respondía: "Es que a Jesús que se disfraza de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala educación".
Un día que las tentaciones impuras lo atormentaban muchísimo pasó por una imagen de la Virgen y le gritó en latín: “Sancta Maria, Mater Dei, memento mei” (Santa María, Madre de Dios, acuérdate de mí). Las tentaciones desaparecieron y se convenció de que la Santísima Virgen tiene gran poder para alejar espíritus impuros.
Durante el día rezaba varios rosarios y se llenaba de alegría cuando la Madre de Dios se le aparecía. Tuvo los dones de la visión y curación. Partió a la Casa del Padre un 31 de octubre de 1617 diciendo: “Jesús, Jesús, Jesús”.
San Alonso Rodríguez
*Existen dos Alonso Rodríguez, el de la historia a continuación, que es ya santo y Español y, el otro, mártir del Paraguay beatificado en 1931 junto a San Roque de Santa Cruz y Juan del Castillo. En mayo de 1988, San Roque se convirtió en el primer santo del Paraguay.
San Alonso nació en Segovia (España) en 1533. Al quedarse viudo, el santo solicitó a los padres jesuitas que lo aceptaran en su comunidad, pero no fue admitido debido a que ya bordeaba los 40 años de edad, y tampoco tenía estudios en las ciencias y las humanidades. Sin embargo, el superior cambió de parecer, y lo aceptó como hermano lego, y sería ésta la profesión que lo llevaría a la santidad.
Los superiores lo enviaron a la isla de Mallorca como portero del colegio de los jesuitas de Montesión, y de todos los amigos que San Alonso tuvo mientras fue portero, el más santo e importante de todos fue San Pedro Claver. Este gran apóstol vivió tres años con San Alonso en aquella casa, y una noche, por revelación divina, San Alonso supo que su amigo estaría destinado a la evangelización en Sudamérica. Al poco tiempo, San Pedro Claver viajó a Colombia, donde bautizó a más de 300,000 esclavos negros en Cartagena, además de protegerlos y velar por ellos.
El santo portero también sufrió terribles ataques en su cuerpo; de vez en cuando, por ejemplo, sufría de sequedades tan espantosas en la oración; pero San Alonso poseyó el don de la curación.
El 29 de octubre de 1617 sintiéndose sumamente lleno de dolores y de angustias, al recibir la Sagrada Comunión, inmediatamente se llenó de paz y de alegría, y quedó como en éxtasis. Dos días estuvo casi sin sentido y el 31 de octubre despertó, besó con toda emoción su crucifijo y diciendo en alta voz: "Jesús, Jesús, Jesús", expiró.
Fue declarado Venerable en 1626. En 1633 fue nombrado Santo Patrono de Mallorca. Fue beatificado en 1825. Su canonización tuvo lugar el 6 septiembre de 1888. Sus reliquias se encuentran en Mallorca.