Hoy es la fiesta de San Gabriel de la Dolorosa, copatrono de la juventud católica italiana


“Jesús, José y María, expire en paz con vosotros el alma mía”, fueron las últimas palabras de San Gabriel de la Virgen Dolorosa, copatrón de la juventud católica italiana cuya fiesta se celebra cada 27 de febrero. Él abandonó toda una serie de “vanidades” para seguir el consejo de la Virgen María.

Su nombre original era Francisco, así como San Francisco de Asís. Incluso nació en Asís (Italia) en 1838 y fue bautizado en la misma pila bautismal que San Francisco y Santa Clara. Era el undécimo de trece hermanos y quedó huérfano de madre a los cuatro años.

Desde niño sobresalió por su gran amor a los pobres pero tenía el defecto de estallar rápidamente en ira. En la adolescencia creció su vanidad, le gustaba vestirse a la moda con ropa finísima. Acudía frecuentemente al teatro, le gustaban las novelas románticas y sentía pasión por el baile.

No obstante, Francisco cumplía fielmente sus prácticas religiosas y tenía una gran devoción a la Virgen María con la advocación de Nuestra Señora de los Dolores. En casa conservaba una imagen de la Piedad que adornaba con flores.

Era un líder entre los jóvenes. Asistió a la escuela de los hermanos de las Escuelas Cristianas y al liceo clásico con los jesuitas. Cierto día, un conocido le hizo una propuesta inmoral y Francisco sacó una navaja que ocultaba entre sus ropas para alejarlo.

La llamada

A los 17 años empieza a inquietarlo la vocación sacerdotal. Enfermó gravemente y creyendo que moriría promete hacerse religioso si se salva. Una vez recuperado se olvidó de su promesa. Más adelante cae nuevamente enfermo y se encomienda al entonces Beato jesuita (hoy Santo) Andrés Bobola.

Al recobrar la salud, promete igualmente hacerse religioso, pero las diversiones lo atraían más. Un día de cacería, Francisco tropieza y se dispara un tiro que le roza la frente. Aquí ve un aviso del cielo y renueva su promesa. Tiempo después le comunica su inquietud vocacional a su padre, quien lo distrae con el teatro y reuniones.

Un 22 de agosto de 1856, en la procesión de la “Santa Icone” (imagen mariana venerada en Spoleto), Francisco fija sus ojos en los de la imagen de la Virgen y escucha la voz de la Madre de Dios en su corazón que le dice: "Tú no estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida religiosa".

Más adelante se despide de su supuesta “novia” llamada María, quien estuvo presente en su beatificación, e ingresa al noviciado pasionista. Cuando recibe el hábito, toma por nombre “Gabriel de la Virgen Dolorosa”. "La alegría y el gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles", escribió una vez.

Allí tuvo que aprender a controlar su genio y en 1857 emitió la profesión religiosa. En el jardín San Gabriel había reservado un pedacito para sembrar y cuidar flores expresamente para el altar. Posteriormente es enviado al convento pasionista de Isola del Gran Sasso.

A sus 23 años, San Gabriel se sintió cansado, sin fuerzas y tuvo su primera hepmotosis (vómito de sangre) por la tuberculosis. La comunidad se alarmó, el santo permaneció sereno pero empeoró.

El 27 de febrero de 1862 pidió la absolución varias veces y con los ojos al cielo dijo: “Pronto, Mamá mía. María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndeme del enemigo y acógeme en la hora de la muerte”. Este día partió a la Casa del Padre.